Vieiras

VIeiras. Alimento para el cuerpo.

La vieira o venera es un molusculo bivalvo, propio de la costa del mar Atlántico. Su concha es plana por un lado y convexa por el otro, con estrías en la superficie externa y ranuras en abanico. Puede medir de 10 a 16 centimetros. Una de sus variedades más representativa y «famosa» es la Pecten Jacobeus o Concha de Santiago.

La captura de la vieira se realiza en invierno. Para ello un barco de pesca se echa a la mar con un rastro de vieira, – tipo de rastrillo que se caracteriza por la forma de los picos – que permite capturar las vieiras que se encuentran a ras de suelo, pero no el resto de los animales con los que convive en el fondo marino. Hasta que llegan a nuestros mercados, pasan por un proceso de limpieza y control, para su correcto consumo.

Aunque son pequeñas, las vieiras tienen un intenso sabor. Se pueden cosinar de diversas maneras, mas como dice Cunqeiro «hay que salvar su sabor natural por encima de todo». Por ello la forma más sencilla y tradicional de prepararlas es al horno, con cebolla, vino y pan, sobre las propias conchas y acompañadas de un buen vino, convirtiéndose en un delicioso monjar… ¡con un olor que hay que olerlas, y con un sabor que hay que gustarlas!  (Lisardo Barreiro).

Vieiras. Alimento para el alma

Hablar de conchas de vieiras es hablar metafóricamente de Santiago de Compostela, de los peregrinos y del camino. Cobran un significado propio y único. Son las Conchas de Santiago o Conchas Peregrinas.

Existen varias hipótesis del porqué de tal asociación. La más conosida se remota a la Edad Media cuando en Santiago se descubrió la tumba del Apóstol. Hallazgo que generó una serie de actuaciones que cinvirtieron a la ciudad en un centro cristiano de peregrinación, junto con Roma y Jerusalén, dándole a Galicia reconocimiento internacional.

Las referncias más destacadas aparecen en una guía medieval conocida com Códice Calixtino, formada por varios libros y sermones. En ellos se menciona por ejemplo, c´mo es una vieira y qué representaba: …hay en el mar de Santiago… estas dos conchas talladas como dos dedos de una mano, las cosen los peregrinos que vuelven de Santiago en sus capas en honor al Apóstol y como señal de haber conseguido su meta; por cierto, se vendían a la entrada de la catedral; y se explican milagros, como el de un enfermo que sanó gracias a frotarse se garganta con una concha de Santiago.

También hay un capítulo que cuenta cómo era la indumentaria del peregrino, para así poder reconocerle y ser hospitalario con él. Había de llevar: báculo o bordón, la pera, cabaza, vieira cosida na esclavina ou no sombreiro.

Hay leyendas y explicaciones de todo tipo: un novio se salva de morir ahogado gracias a que pasó ante el barco que llevaba las reliquias del Apóstol, saliendo a salvo del mar, cubierto él y su caballo de vieiras; Carlomagno soñó con un cielo estrellado en el que estrella brillante le guiaba y una voz le decía: conduce a mi santuario Compostelano. Pero existen otras interpretaciones que aparecen a lo largo de la historia, como ser signo de nacimiento o representar a Venus.

La peregrinación a Santiago se ve como un camino de vida, de comienzo, pero también de muerte. Muchas veces, muerte como fin de un amor, pecado o padecimiento. Muchas otras como la muerte en si misma, siendo en camino un enterramiento sagrado para peregrinos de todas las nacionalidades. Se ve también como un camino de purificación de males físicos, de dolores del alma, que se realiza por penitencia, por amor, por amor a Dios, por expiación, por aventura. Es una actitud vital. Es la filosofía del camino.

Lorena Rodríguez Rodríquez

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